Curiosamente, el recorrido por la historia de la Copa América no comienza, propiamente, por la Copa América 1916. Por el contrario, tiene que comenzar por el Campeonato Sudamericano 1916. Y sí, el torneo continental del sur de América comenzó llamándose de esta manera e incluyendo a menos selecciones que las que componen la geografía.
La justa de la segunda década del Siglo XX, en la que solo participaron cuatro seleccionados nacionales, quedó marcada para la historia como la primera edición de un torneo amado por todos. Por eso, aquí repasamos la historia de la Copa América 1916 y de Uruguay, la eterna primera campeona.
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La Copa América 1916, un Campeonato Sudamericano con excepciones
El contexto del surgimiento del torneo continental planteó una situación curiosa e interesante. La Copa América 1916, conocida por otro nombre en la época, nació producto de la inspiración de dos países hermanos, aunque enfrentados por el pasado sociopolítico: Argentina y Uruguay. Los dos combinados del Río de la Plata se vieron ampliamente enfrentados en rivalidades políticas del pasado para aquellos años. Sin embargo, la realización del torneo continental sirvió como punto de inflexión para poner en pausa aquellos roces.
Además, el torneo del 16 surgió con la excusa perfecta para poner a una nación a respaldar a su equipo: la conmemoración de la independencia argentina. El país anfitrión decidió festejar su fecha nacional con una justa deportiva entre cuatro combinados nacionales: Argentina, Uruguay, Chile y Brasil. El escenario estaba puesto para una fiesta nacional y parcialmente continental.
De hecho, el parcialmente continental comenzó a transformarse en ese torneo continental. La reunión de las cuatro organizaciones nacionales de fútbol sentó la chispa que, en ese mismo torneo, dio nacimiento a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). En aquel entonces, Héctor Rivadavia Gómez, ex presidente de la precursora de la AUF, se convirtió en el primer presidente del ente. Y, con el pasar de los años, empezó a lograr la unión de los demás combinados nacionales del continente.
Formato de competencia
El torneo, al estar organizado por pocos países, siguió el esquema y formato propio de la época. En este sentido, los cuatro seleccionados integraron un grupo en el que se enfrentaron entre ellos. Todos los participantes se cruzaron en una oportunidad y todos en el mismo estadio. O, al menos, ese era el plan inicial.
El incidente del estadio y la fiesta patria
El Estadio de Gimnasia y Esgrima recibió la mayoría de compromisos de la Copa América 1916. Incluso, estaba dispuesto para recibir el partido definitivo, el gran cruce final en el que se definiría al campeón del torneo. Sin embargo, no pudo hacerlo de manera completa.
El compromiso final, en el que se enfrentaban Uruguay y Argentina, empezó en el estadio acordado. No obstante, la posibilidad de ver a la albiceleste campeona y las grandes exhibiciones uruguayas atrajeron a una mucha más gente de la esperada. Según se cuenta, más de 20,000 personas acudieron al estadio para ver el compromiso. Un número de personas para el que no estaba preparada la organización ni el estadio. Y, por lo tanto, por la seguridad de los aficionados y el espectáculo, el partido tuvo que ser aplazado, sobre el minuto 5 del primer tiempo, para el día siguiente.
Ya al día siguiente, el clásico del Río de la Plata se pudo disputar, aunque en el Estadio de Racing. Allí, orientales y argentinos empataron sin goles. Con ello, Uruguay aseguró la primera plaza y levantó el campeonato.
Uruguay, un campeón de época
El título de Uruguay enfatizó la época dorada de la selección oriental. Su éxito y superioridad empezó a caminar rumbo a los campeonatos olímpicos posteriores y, por supuesto, al título de la Copa del Mundo de 1930. Los charrúas eran los mejores jugadores de fútbol del continente y pronto del globo.
Con la calidad de José Piendibene, autor del primer gol de la Copa América, y de Isabelino Gradín, goleador del torneo, los uruguayos se embarcaron en la conquista del continente. Nadie, al menos en un buen tiempo, logró detenerlos.
Este fue el equipo que jugó el partido definitivo: Saporiti; Foglino, Benincasa; Delgado, Zibechi, Varela; Somma, Tognola, Piendibene, Gradín y Marán. Un combinado que deja en evidencia el estilo táctico de la época, incluyendo un módulo parecido al 1-2-3-5. Foglino y Benincasa sostenían al equipo en la retaguardia, mientras la línea ofensiva hacía de las suyas.