Cuando uno le explica a alguien cuáles son las características básicas de un defensor central, la garra y el mal carácter son las dos primeras de cajón. Sin embargo, en el fútbol moderno son pocos los que cumplen con esta descripción. La mayoría se ayornó y empezó a potenciar otras cualidades, como es el caso del uruguayo Agustín Lucas. El montevideano de 37 años vivió en estado puro su época como jugador, tal es así que si nos ponemos poéticos podríamos decir: “Si para Shakespeare un escenario es el mundo, para Agustín Lucas una cancha es la vida” (Daniel Vidal, 2017).
“El poeta del área”
Comenzó su carrera defendiendo los colores de Miramar Misiones y no lo dejó de hacer nunca. Más allá de que pasó por varios clubes, su corazón nunca se fue del club. En su currículum aparecen equipos de renombre del fútbol uruguayo como Wanderers, Cerro Largo FC, IASA, Liverpool de Montevideo y Albion FC, que fue el último conjunto que lo vio defender un arco con alma, vida y corazón.
También aparecen clubes del extranjero como Deportivo Jalapa, de Guatemala; Deportivo Anzoátegui, de Venezuela; y Club Comunicaciones, del ascenso argentino. Donde mejores recuerdos debe tener Agustín Lucas es durante sus pasos por IASA y Liverpool, lugares donde ganó el campeonato.
Agustín Lucas y su pasión por el fútbol
Mario Bardanca, en el año 2017, describió la vida del montevideano de la siguiente manera: “De la calle al vestuario, del vestuario a la cancha y, en la cancha, la vida misma. Agustín la vive en estado puro, sin detenerse, pero volviendo a lugares, colores, olores, sabores y personas que son el nutritivo alimento de su aventura”.
Más allá de su trayectoria dentro del terreno de juego, donde más hizo brillar sus “Tapones de Fierro” fue en la construcción de versos y poemas sobre la caprichosa. Ahí, de la misma manera que se mostraba recio a la hora de vestirse de corto, Agustín Lucas juega al límite y compone en lo profundo.
Redactando sus versos, recuerda, y en su memoria, sostiene Bardanca, hace escala en el crack que no llegó. “El compadre que se fue también es puerto seguro; por el ‘Pelado' rimó versos con el dolor. Su arte es capaz de traerlos porque Agustín habita el área, ese lugar donde las almas se juntan” (Mario Bardanca, 2017).
Un adelantado a su época
En un mundo en el que el marketing y el dinero opacaron los sueños, el amor por los colores y el deseo de los fanáticos, Daniel Vidal (2017) le da la razón a Agustín Lucas cuando sentenció que el fútbol se ha tornado en un mega show de luces y sonidos. El propio Vidal forja un paralelismo con los juguetes “Maxsteel” y sus motosierras para explicar que el fútbol se ha convertido en una trituradora en la que los jugadores dejaron de ser personas y pasaron a ser “muñecos pixelados”.
Por otro lado, siguiendo con el parafraseo de los dichos de Daniel Vidal, este cambio radical del deporte madre, afectó a los fanáticos que dejaron de ser hinchas para volverse sectas dispersas que confunden sumisión con fidelidad. El fútbol, inconmensurable y frágil, tiene el poder para que todo gire a su alrededor, a la misma vez que una sola frase lo vence: “Fuera de juego”.
Agustín Lucas, más libros que goles
La realidad es que como defensor central, las probabilidades de hacer un gol, son escasas. Justamente su principal labor es evitarlos, por lo que pasan más tiempo en su área que en la del rival. Más allá de alguna pelota parada o una subida de antología con la pelota al pie, emulando la jugada de Diego Armando Maradona contra la Selección de Inglaterra en 1986, no hay muchas posibilidades para que un zaguero central pueda marcar.
No obstante, fiel a su estilo y haciéndole honor a su libro “Tapones de Fierro”, el nacido en Montevideo hace 37 años pudo entonar el anhelado grito sagrado de gol en tres oportunidades. La primera de ellas fue defendiendo los colores de IASA (IA Sud América de Montevideo), un 27 de octubre de 2012 en la caída por cuatro a dos de los suyos ante Villa Teresa.
La segunda diana de Agustín Lucas fue celebrada en el mismo campeonato, un mes después, contra Boston River en el triunfo por cuatro a cero de IA Sud América. Luego, por los gajes del oficio, no pudo convertir hasta el año 2016, fecha en la que se hizo el tanto más esperado de su carrera.
El sueño del pibe
Lucas regresó al club que lo vio nacer, al equipo de su corazón, Miramar Misiones y fue un retorno de lujo. En la jornada número siete de la Fase Regular de la Liga de Ascenso, Agustín iba a entonar el grito sagrado de gol con la camiseta del club de sus amores en la victoria por cuatro a cero del Miramar Misiones vs Tacuarembó. Cumplió con aquel niño que, emocionado, acudió a su primer entrenamiento soñando con salir campeón, ser un jugador enigmático del equipo de sus sueños y ser recordado por su labor en el verde césped. Lo hizo, ya que la huella de sus “Tapones de Fierro” es imborrable en cada uno de los campos que pisó.
“Del césped al Papel”
La vida de Agustín Lucas como futbolista culminó en el año 2017 tras retirarse defendiendo los colores de Albion FC del fútbol uruguayo y siguió con su segunda profesión, la escritura. Novelas, cuentos, relatos, versos, poesía y mucho más, todo relacionado con el fútbol, con las historias de aquellos que no llegaron, con las revanchas de los que sí lo consiguieron pero derramaron lágrimas para ser felices.
Si hay una frase que puede explicar, en pocas palabras, la trayectoria y la vida del montevideano, es la siguiente: “Pelota de Papel, cuentos en el empeine”. Su mejor ataque es la pluma, su mejor golpe son los cuentos y donde más brilla es en el papel. Muchas veces se llama a los fenómenos “poetas”, por el amor con el que tratan la caprichosa, pero el verdadero poseedor de ese título es Agustín Lucas, que no deja de pulir sus “Tapones de Fierro”, ya que está siempre listo para salir a la acción.