Manchester City e Inter se enfrentaron por primera vez en un partido oficial y en busca de campeón. Y qué momento para encontrarse. Una final de Champions fue el escenario definido para abrir el historial entre ambos equipos.
En esta ocasión, el escenario físico fue una Estambul mítica, una Estambul en la que los ingleses hicieron historia. Una ciudad que recogerá la alegría de miles de aficionados mancunianos. Y de un montón de aficionados globales que se alegra por el triunfo de Pep Guardiola, de Julián Álvarez y de otras figuras apreciadas en el globo.
Sofoco en la primera mitad
La final empezó con una dinámica impensada. Los acostumbrados a dominar, presionar y sofocar comenzaron recibiendo un poco de su propia medicina. El Manchester City estuvo sometido por casi 15 minutos por un Inter intenso y potente. La dinámica de presión del equipo italiano complicó la salida de balón de los ingleses y neutralizó a las principales figuras de Guardiola. Lautaro Martínez y el trio de volantes italianos dominaron la primera mitad con claridad.
La clave del Inter: La intensidad sobre la presión del equipo inglés, retrasando las líneas para no permitirle a Haaland correr detrás de la defensa.
Solo el talento del delantero noruego consiguió romper con el filtro. Las diagonales cortas de Erling Haaland le dieron al City su primera y más clara oportunidad. Desde allí, la dinámica cambió en favor del cuadro de Guardiola. Al menos, fue así hasta la trágica lesión de Kevin De Bruyne. El mediocampista belga sufrió una lesión muscular y, así como sucedió en ante Chelsea hace dos años, tuvo que retirarse.
Un vuelco importante
La segunda mitad, a diferencia de la primera, comenzó con el dominio dividido. Ninguno de los dos consiguió hacerse con el partido, pues la contienda entró en una dinámica de ida y vuelta. Cada equipo se plantó en la cancha con la expectativa de ver el juego rival y de poder aprovechar los errores del contrario. Así llegaron las aproximaciones del Inter en los pies de Lautaro Martínez.
Ahora bien, los papeles se voltearon cuando el Manchester City asumió su papel de favorito. Los 65 minutos encontraron a un equipo inglés que se encargó de sumar gente y pases cerca del área rival. De allí llegó el primer gol del encuentro. Manuel Akanji se sumó a la ofensiva, pisando en borde del área del Inter y filtró un pasé que terminó en Bernardo Silva. El luso mandó un pase en cortado que se desvió y quedó listo para que Rodri definiera como con una bola de billar.
A partir de allí, el rumbo del partido cambió en favor de un City que se volcó al ataque. Los de Guardiola controlaron el ritmo y tuvieron chances de ampliar el tanteador.