Debutó con 17 años en un partido de Copa. Tuvo una cesión a segunda división para mejorar su desarrollo. Cumplía el proceso de aquellos juveniles que se consolidan pronto en los equipos de primera división. Sin embargo, el camino de Andrés Llinás en Millonarios tomó más tiempo.
La historia del defensor central del equipo albiazul es diferente a la de muchos jugadores jóvenes en el país. Su caminar en el fútbol profesional tuvo una irrupción “tardía”. Solo hasta los 22 años consiguió jugar su segundo partido con el club de su infancia. Y, aún así, tardó un año más en asentarse como titular.
Nadie diría que los 22 años es una edad avanzada. Sin embargo, con los tiempos del fútbol actual, sumar tan pocos partidos a esa edad es, para muchos clubes, señal de desesperanza. El fútbol, las dirigencias y hasta los hinchas exigen que todo suceda rápido y pronto. Pero, como con muchas cosas en la vida, hay unos que demoran más y no por eso no llegan. Así le sucedió a Andrés Llinás en Millonarios.
Lunari, Pinto y Gamero
En 2015, con apenas 17 años, Andrés Llinás debutó con Millonarios en un encuentro por Copa Colombia ante Expreso Rojo. Lunari le dio la confianza y lo hizo ingresar en reemplazo de Fabián Vargas. Después de su debut, se mantuvo rondando en las categorías juveniles del club y tuvo una infructuosa cesión al Valledupar en segunda división.
A su regreso, Jorge Luis Pinto le volvió a dar confianza para jugar un partido de Copa. En ese partido, el defensor central marcó un gran gol de cabeza en su re-estreno con Millonarios ante Tigres. Curiosamente, su dos primeros partidos como 'embajador' fueron ante conjuntos capitalinos.
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Finalmente, en 2020, ya con 23 años, el bogotano recibió el empujón que necesitaba. Alberto Gamero, en medio de la compleja situación de la plantilla de Millonarios, le entregó las llaves de la zaga. Del equipo habían salido varios jugadores importantes y algunos otros pasaban por situaciones físicas complicadas, por lo que Llinás entró en medio de la urgencia. De cualquier manera, mostró su capacidad para jugar, dando grandes muestras en la salida del balón y siendo garantía defensiva.
Desde entonces, el zaguero se adueñó del puesto junto al ‘tico' Juan Pablo Vargas. Su nivel lo llevó a ser tenido en cuenta para los ciclos de la Selección Colombia. Su irrupción, aunque “tardía”, se volvió en un bálsamo para Gamero, para sus compañeros, y para muchos canteranos y juveniles que vienen detrás.