A punto de comenzar el 3, hacemos un repaso por la historia de la Copa del Mundo de los buenos, los malos y los increíbles momentos que permanecen en nuestra memoria hasta el día de hoy y que perdurarán para siempre. En 2010, se iba a celebrar otra edición histórica de la Copa Mundial de la FIFA. Era histórica por dos razones principales. En primer lugar, sería la primera Copa Mundial que se disputaría en suelo africano. En segundo lugar, se jugaría en un cuarto continente, ya que anteriormente sólo se había celebrado en Sudamérica, Europa y Asia. Otro suceso, además, la haría histórica: una dedicatoria con el alma en el gol de Iniesta.
El mundo del fútbol acudió a Sudáfrica para disputar un torneo que sería inolvidable. Hubo varios momentos estelares. Pocos más dramáticos que el gol del empate sudafricano en los últimos minutos del partido inaugural en el estadio FNB de Johannesburgo.
Sin embargo, el Mundial de Sudáfrica 2010 será probablemente recordado sobre todo por la brillantez de los españoles, que jugaron con un estilo y una elegancia que pocos han tenido antes.
Dominio español
Para los españoles, el Mundial de 2010 se convertiría en el más memorable de todos, y con razón. Antes de la cita futbolística, los españoles se encontraban en la cúspide del dominio futbolístico. Tras su victoria en la Eurocopa 2008, en la que deslumbraron con su vistoso y a menudo asombroso estilo tiki-taka, los españoles eran temidos por todos. A pesar de ser la campeona de Europa y de llegar al torneo como una de las selecciones a batir, España empezó de la peor manera posible en Sudáfrica. Perdió ante Suiza en la primera jornada.
En cuanto al rendimiento, los hombres de Vicente del Bosque no se equivocaron demasiado en ese primer partido. Dominaron el balón con un 73% de posesión, mostrando mucho más en términos de intención ofensiva. Pero, por más que lo intentaron, a pesar de realizar 25 disparos por nueve de Suiza, no pudieron encontrar el camino. Por el contrario, fueron castigados en el contraataque. Los planes de España de dominar el mundo se desbarataban. Había que reponerse al instante para evitar el desastre.
Y se recuperó. Venció a Chile y a Honduras. Pasó a la fase de eliminatorias como campeón de grupo gracias a su mayor diferencia de goles.
Iniesta: el hombre que marcó la diferencia
Andrés Iniesta es uno de los mejores centrocampistas centrales. No sólo de su generación, sino de todos los tiempos. El diminuto mediapunta destacaba cada vez que salía al terreno de juego.
A mediados de los '90, siendo entrenador del Barcelona, Bobby Robson, al hablar del brasileño Ronaldo, dijo famosamente “¿puede alguien, en cualquier lugar, encontrarme un jugador mejor?”. Si hubiera hecho esa pregunta diez años después, habría estado hablando de España y del Barcelona de Iniesta, el mago del mediocampo.
A mediados y finales de la década de 2000, así como en la primera mitad de la década de 2010, si el Barcelona o la selección española necesitaban a alguien que marcara la diferencia, Andrés Iniesta respondía una y otra vez. Fuera marcando goles importantísimos, como su gol en el último minuto en el campo del Chelsea en la Liga de Campeones, que se coló por la escuadra cuando el Barcelona estaba al borde de la eliminación. O fuese haciendo el trabajo duro en el centro del campo antes de asistir a un compañero, como hizo en tantas ocasiones a lo largo de una ilustre carrera.
Cuando llegó el Mundial de 2010, Iniesta, que había debutado cuatro años antes, fue un jugador fundamental. Fue titular en el primer partido, aunque en la segunda jornada, con un cambio de sistema, el barcelonista se quedó en el banquillo. España ganó 2-0 cuando Iniesta no apareció, aunque su ausencia fue temporal. En la tercera jornada, volvió a ser titular y marcó el gol de la victoria por 2-1 ante Chile. Ese gol metió a España en los octavos de final y preparó el camino para lo que estaba por venir.
Uno de los mejores de la historia de España sorprende a la ciudad del fútbol
Los que han tenido la suerte de ver jugar a Iniesta a lo largo de su carrera saben que su juego no se centraba tanto en los goles ni en las asistencias. Por el contrario, en hacer subir a su equipo, llevar el balón, sortear la presión de los centrocampistas contrarios con sus regates, su astucia y su elusión, y crear huecos que pudieran aprovechar los de delante. Sin embargo, a pesar de toda su brillantez en el centro del campo, de su rapidez de movimientos y de ese característico paso lateral que dejaba indefensos a muchos jugadores, fue un golpe de su pie derecho el que posiblemente definiría su carrera. Ese gol se produjo en el Soccer City el 11 de julio de 2010.
Tras superar la fase de grupos, España tuvo que enfrentarse en octavos de final a su vecina Portugal. Un tenso derbi ibérico que se saldó con la victoria de los campeones de Europa de Vicente Del Bosque. Se impusieron por un gol a cero, gracias a un tanto de David Villa en el minuto 63, que anotó su cuarto gol del torneo al aprovechar un rechace del portero portugués Eduardo. La ocasión surgió después de que Iniesta cediera un balón a Xavi, que asistió de primeras para el goleador.
El maestro volvió a ser el centro de la creatividad que condujo al gol de la victoria de España sobre Paraguay (1-0) en los cuartos de final. Iniesta recibió el balón a la media vuelta en el campo contrario, se coló entre dos defensas y cedió a Pedro. El balón parecía que iba a entrar, pero su remate se estrelló en el poste y le cayó al prolífico Villa, que marcó su quinto gol en el torneo.
La racha de victorias por 1-0 de España continuaría en la semifinal, y una vez más se encontraría con un asunto agotador. Los alemanes presionaron a los españoles como nunca antes lo habían hecho. Pero gracias a un gran remate de cabeza del imperioso defensa Carlos Puyol, el equipo conocido como La Furia Roja, se clasificó para la final.
La final sería otra gran prueba para una selección española desesperada por conseguir el mayor premio del fútbol. Se enfrentaba a una selección holandesa que contaba con algunos de los mejores talentos del mundo, como Arjen Robben, Robin Van Persie y Wesley Sneijder. Además, en su camino a la final había derrotado a Brasil y a la sorprendente Uruguay.
Sabían que lo iban a tener difícil, sobre todo al enfrentarse a un hombre peligroso como Sneijder, que ya llevaba cinco goles. Sin embargo, además de ser conocidos por su rápido y vistoso juego de pases, los españoles habían conseguido hacerse un nombre como un equipo difícil de batir.
En Soccer City, una cosa estaba garantizada. Al final del partido, un nuevo nombre figuraría en el trofeo. Sorprendentemente, ni España ni Holanda habían levantado nunca la Copa del Mundo. Una parodia dada la rica historia futbolística de ambas.
El tiempo extra del nombre propio: Iniesta
En la prórroga, Iniesta no tardó en tirar de la cuerda. A los cinco minutos de la primera parte, el centrocampista realizó un pase muy bien ponderado que puso a Cesc Fábregas en boca de gol. Pero el portero holandés Maarten Stekelenburg estuvo a la altura. Después de algunas medias oportunidades para ambos, España comenzó a ganar ventaja. Empazó acercándose por medio de David Villa, antes de que Fabregas tuviera otra oportunidad.
El gol llegó en el minuto 116. Un intento de centro fue mal despejado a los pies de Fábregas, que vio a Iniesta a la derecha de la portería, al acecho en el área. Iniesta controló el balón con el pie derecho y lo envió al fondo de la portería holandesa, sin que Stekelenburg pudiera hacer nada.
Uno de los mejores jugadores de la historia de España, protagonizó el momento más importante de la historia del fútbol español.
Dedicado a Dani Jarque
También fue muy acertado que el héroe de España dedicara el gol de la victoria a Dani Jarque. Jarque, desgraciadamente, murió de un ataque al corazón menos de un año antes de que España ganara la Copa del Mundo. A pesar de jugar en los dos equipos más importantes de Barcelona, Jarque e Iniesta eran amigos íntimos. Iniesta, según su propia confesión, se vio enormemente afectado cuando el joven de 26 años falleció repentinamente.
Tras el triunfo de su país en Sudáfrica, el gran español declaró que la muerte de su amigo le había puesto en una situación desesperada en la que necesitaba ayuda profesional. Y añadió: “ha sido sin duda la etapa más dura de mi vida”. Después de marcar ese gol que definió la generación, Iniesta se alejó en la celebración, quitándose la camiseta para revelar una camiseta interior con las palabras “Dani Jarque: siempre con nosotros”. Un justo homenaje de uno de los mejores del fútbol.
Tras el Mundial, Iniesta regresó al Barcelona, donde siguió ayudando al gigante español a prosperar, ganando título tras título. Cuando finalmente dejó el club catalán en 2018, Andrés Iniesta contaba con nueve Ligas, cuatro Ligas de Campeones, seis Copas del Rey y dos Supercopas de la UEFA. Ahora, Iniesta continúa a sus 38 años jugando en el Vissel Kobe de Japón. Es uno de los futbolistas más reconocibles del siglo XXI.
En el mayor escenario de 2010, demostró su clase y desinterés al aprovechar el momento más importante de su carrera para rendir homenaje a su amigo caído.