Este 5 de septiembre se celebró en Colombia el vigésimo séptimo aniversario desde que la selección cafetera venció 0-5 a Argentina en El Monumental, por las Eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994. Dicho partido, que concluyó con la clasificación de los colombianos a la cita orbital por cupo directo y que mandó a los dirigidos por Alfio Basile a la repesca ante Australia, sigue siendo objeto de conmemoración en la parte norte del continente. No solo fue un resultado histórico, impensado y abultado, sino que también puso a soñar a todo un país lleno de violencia, muertes y narcotráfico para esos años.
El Colombia 5-0 Argentina marcó un antes y un después
Sin embargo, esa fecha que quedó escrita en el trasegar de Carlos El Pibe Valderrama, Faustino Asprilla y Fredy Rincón, entre tantos talentos colombianos, hoy es un problema y es el freno de mano para que Colombia avance a nivel de selecciones. Si bien la manita de goles en esa fría y trágica noche de Buenos Aires tapó tanto sufrimiento y abandono en un pueblo dolido y desorientado, el recuerdo que aún persiste ha mitigado las ambiciones que un equipo como el colombiano puede estar dispuesto a afrontar. El apego a ese recuerdo ha sido suficiente para una nación que no ha querido aspirar a algo más alto.
Ese 5 de septiembre de 1993, cuando argentinos y colombianos saltaron al campo de River Plate, el conjunto albiceleste venía de seis años sin perder de local. Había sido campeón de las dos Copa América anteriores (91 y 93) y había disputado las dos finales más recientes de la Copa Mundial (campeón en 1986). Y aunque Diego Maradona no había sido convocado para esos meses, la mayor ventaja de los dirigidos por Francisco Maturana era el hambre de victoria y un talento puro que ascendía cada vez más la exótica presencia de Colombia en el fútbol sudamericano.
Alegría patria y fracaso nacional
Colombia vivía uno de sus momentos más prósperos en cuestión del combinado nacional. Clasificó para Italia 1990 luego de 28 años de ausencia, sus referentes eran la moda caprichosa del momento y en esas Eliminatorias no había caído una sola vez. Llegaban sólidos, con un pié en Estados Unidos y con ganas de dar el golpe de opinión. Pablo Escobar no había caído, pero el renacer social ya se veía en crecimiento. Esa noche se desbordó la esperanza y también la sangre; murieron 80 luego del partido. Tanta felicidad no se vio frenada por el pan diario de cada día. Y tal vez era noticia ganarle a Argentina mas no la muerte de tantos en un territorio desangrado.
El impulso con el que llegó el equipo de Maturana y compañía a Norteamérica para la cita mundial fue duramente quebrantado por un fracaso en primera ronda luego de ser considerados como favoritos. Ni se diga en Francia 1998, con una fugaz participación mucho peor que en el pasado campeonato. El recuerdo de ese 0-5 permeó la decepción mundialista y fue una medicina durante los últimos años del siglo. En la cabeza de los colombianos, futbolistas o no, todavía estaba esa imagen gloriosa en El Monumental, factor suficiente para sentirse ganadores después de perder dos veces consecutivas con un equipo hecho para más.
Un freno de mano mental
El resultado en Argentina había sido el techo. Es como si fuera el punto más alto. Lo que todos querían. Lo que nunca se podría superar. Ni siquiera el haber ganado la Copa América de 2001 fue tan importante como meter cinco en casa ajena. Muchos ni recordarán ese único título de Colombia a nivel de selecciones. O quizás sí, pero no tanto como el 0-5. Ahh, y acá en Colombia es 5-0, no 0-5. Con más propiedad. Se recuerda aún como el día más histórico de la selección Colombia, sin ni siquiera ser un título o un partido verdaderamente trascendental.
Y aunque ya han pasado 27 años desde que los cafeteros bailaron salsa en el Antonio Vespucio Liberti, esa gloria condicionó a las nuevas generaciones futboleras del país. Aprendimos a celebrar pequeñas cosas, más que intentar quedarnos con el premio gordo. Como si de un pensamiento conformista se tratase. Es curioso cómo se pregunta constantemente en programas deportivos cuál ha sido el momento más histórico; si el empate 1-1 ante Alemania en Italia 1990 (primera ronda), la victoria 5-0 ante Argentina o la Copa América de 2001. Claro está, los colombianos solo tenemos un título para mostrar y nos toca recurrir a partidos contra dos grandes del fútbol mundial.
Si la sed no se hubiera zaceado aquel 5 de septiembre, me pregunto si hubiéramos llegado a Estados Unidos con la misma hambre de ganar antes de ese 0-5. Hoy, fracaso tras fracaso, seguimos anhelando esa noche del 93. No nos importa perder si ya lo ganado estuvo en El Monumental.