El 27 de diciembre de 2001 quedará marcado en la historia argentina como un día de caos y desesperación. La renuncia del expresidente Fernando de la Rúa, las trágicas consecuencias de la represión social y la incertidumbre política dominaban la escena. Sin embargo, en medio de este contexto apocalíptico, un evento deportivo capturó la atención de una nación en llamas: el histórico título de Racing en el Apertura 2001.
La travesía en Liniers: Racing se aferra a la gloria
El equipo que era dirigido por Reinaldo “Mostaza” Merlo llegó a la última fecha con una ventaja de tres puntos sobre su eterno rival, River Plate. Racing necesitaba solo un empate para romper con una sequía de 35 años sin títulos. Mientras las calles ardían y el país se debatía entre la crisis política y social, la pelota siguió rodando en Liniers, donde la ‘Academia' se enfrentó a Vélez.
Aunque el partido se presentó monótono en sus primeros compases, la tensión aumentó cuando, a los 8 minutos del segundo tiempo, Loeschbor anotó de cabeza tras un tiro libre ejecutado por Bedoya. Racing se adelantaba, desafiando la adversidad en un momento crítico para la nación. El partido se abrió, y Vélez buscó el empate, que finalmente llegó a los 33 minutos gracias a un error de Vitali convertido en gol por Chirumbolo.
La épica resistencia: Racing frente al abismo
La incertidumbre se apoderó de los corazones racinguistas cuando River Plate goleaba a Rosario Central y otro gol de Vélez podía cambiar el destino del campeonato. Sin embargo, la resistencia de Racing se erigió como un símbolo de fortaleza en medio de la tormenta. El arquero Campagnuolo, la defensa sólida y la estrategia de Merlo mantuvieron a raya los embates de Vélez.
En el minuto 47, con la tensión en su punto máximo, Campagnuolo se acercó al árbitro Brazenas, preguntando cuánto faltaba y señalando la efervescencia de la multitud. La respuesta fue tajante: “Poné la pelota en el piso que termina”. Y así fue, el pitazo final resonó, desatando el éxtasis y el desahogo en la parcialidad racinguista.
Mostaza Merlo: el estratega que rompió el maleficio
Arriba de una multitud en éxtasis, Reinaldo “Mostaza” Merlo, el arquitecto de esta gesta, se erigía como el padre de la criatura. En medio de la euforia, Merlo afirmó: “Este equipo fue muy criticado. Pero los jugadores, con humildad, hicieron una gran campaña. Racing es un legítimo campeón”. Un equipo que, según el estratega, supo sortear las críticas y convertirse en merecedor del anhelado título.
Merlo, quien dos fechas atrás había vaticinado el título luego del empate con Banfield, había impreso su sello en el equipo. Desde la adopción de los “cuernitos” como cábala hasta la consagración de la filosofía del “paso a paso”, el técnico transformó un equipo con posibilidades de jugar la Promoción en el mejor conjunto del torneo.
El Apertura 2001: una odisea de emociones y gestas épicas
El camino hacia el título estuvo plagado de momentos inolvidables. El debut con un triunfo agónico ante Argentinos, el empate salvador de Loeschbor contra Independiente, la exhibición futbolística en la goleada 4-1 sobre San Lorenzo, la remontada épica frente a Estudiantes y el empate emocionante 4-4 con Nueva Chicago fueron hitos que sellaron el destino de Racing en ese Apertura.
La solidez defensiva de Campagnuolo, la garra de Bastía, la regularidad de Maciel, los valiosos goles de Loeschbor, el amor propio de Arano, el coraje de Chatruc, la experiencia de Ubeda y Gustavo Barros Schelotto, la picardía del Chanchi Estévez, el oportunismo de Maceratesi y el contagio de Diego Milito, contribuyeron a la gesta colectiva que llevó a Racing a sumar 42 puntos en 19 partidos, anotar 34 goles y recibir 17.
El contraste social: festejos en medio del caos nacional
Mientras en el país se debatía acaloradamente sobre la autorización para pagar las deudas en dólares, y un sector político exigía elecciones presidenciales anticipadas, Racing celebraba su fiesta inolvidable. El título se erigía como un bálsamo en medio de la crisis, una válvula de escape para los hinchas y una demostración de que la pasión por el fútbol podía prevalecer incluso en los momentos más oscuros.
Hoy, a 22 años de aquel épico título, el recuerdo de la gesta de Racing en el Apertura 2001 perdura como un ejemplo de resiliencia y determinación en medio de la adversidad. El fútbol argentino, a menudo reflejo de la sociedad, vivió un capítulo que demostró que incluso en los momentos más difíciles, la grandeza de un equipo puede trascender las vicisitudes del país. Racing, en su consagración histórica, se convirtió en un faro de esperanza en la oscuridad.