Este 2020 fue de locos y casi ni se habló de fútbol, pero sí se dio el renacer de la leyenda. La historia entre Carlos Tévez y Boca Juniors siempre se relacionó como la de un padre con su hijo. En este caso, el Apache fue el niño prodigio de La Boca desde sus inicios: garra, potrero, fútbol, pasión… Algunas de las características que siempre mostró Carlitos y que enamoró a todo el pueblo boquense.
Cuando el ídolo volvió de la Juventus a Brandsen 805 en 2015 causó un furor mundial. Volvió pleno, con 31 años y después de ser la gran figura de la Vecchia Signora en la Champions (había perdido la final contra el Barcelona de Messi, Neymar y Suárez). Bombonera llena, emoción, ilusión de todos y hasta de un Diego Armando Maradona que fue espectador de lujo. Los primeros meses fueron muy buenos, Carlitos fue fundamental en los dos títulos locales que ganó junto al Vasco Arruabarrena. Después, con la llegada de Guillermo Barros Schelotto todo marchaba igual. Hasta que en su mejor momento (doblete a River en el Monumental) tomó la difícil decisión de irse al fútbol chino a fines de 2016.
Después de un año en el exótico país, Tévez regresó a Boca, en lo que fue su tercer ciclo, aunque nada fue igual: mala relación con Guillermo (incorporó a Mauro Zárate y lo sacó del 11 titular), mirada de reojo de algunos hinchas por su ida y un flojo rendimiento. Hasta se llegó a dudar de su idolatría. Se fue el Mellizo, pasó Alfaro y nada volvía a ser igual, pero, a principios de 2020, llegó el renacer de la leyenda: Miguel Ángel Russo, último campeón de América con el Xeneize (en 2007) volvió al club de la mano de Juan Román Riquelme y con él apareció el mejor Carlos Tévez.
¿Qué pasó a partir de allí? Tévez se hizo cargo de la parada, Boca ganó una seguidilla de partidos y le arrebató la Superliga a River en la última fecha, con un agónico gol de Carlitos: ¿Qué pasó a partir alli? Renació la leyenda de La Boca.
En la tribuna se escuchó otra vez el “que de la mano de Carlos Tévez, todos la vuelta vamos a dar…“.
Va por su pequeña espina…
Tras varias idas y venidas con miembros del Consejo de Fútbol en el parate en plena pandemia, finalmente Tévez, para el bienestar del pueblo xeneize y de Russo, renovó con Boca y éste clasificó sin despeinarse a los octavos de final de la Copa Libertadores. Es cierto, el Apache ya ganó la Copa en 2003 y hasta incluso fue campeón del mundo en ese mismo año. Pero desde su arribo en 2015 viene deseando con muchas ganas obtener la famosa Séptima y su segunda personal…
Ésta, 3, es una magnífica oportunidad: a fines de noviembre enfrentará al Internacional de Brasil. De clasificar, tendría a Racing o Flamengo y, si seguimos pensando en futuro, podría haber otra final con los primos. Sí, es un cuadro complejo para el Xeneize, pero el último ídolo está en modo 2003 ó 2015, el que más les guste, y Boca sueña…